El punto de vista de un viejo divisionario

viernes, 5 de septiembre de 2008

Alicia, de nuevo

Mi abuelo me pide, y sus deseos son mis ordenes, que aproveche que esta tarde-noche he quedado en Valencia con unos amigos para hacerle unos recados.

El primero, comprarle un par de libros (¡menudo par de libros!). Esto es muy agradable, pues se que una vez leidos los pondrá a mi disposición. Además, me parece que en buena parte es una forma de saltarse la prohibición de mi padre para que no me de dinero: siempre me da para las compras bastante más de lo que en realidad cuestan y se niega después a tomarme las vueltas.

El segundo, revisar el blog para eliminar lo que el llama "los mensajes del maligno" y dar el visto bueno a los mensajes que al menos no contienen palabras soeces. Esto lleva implícito imprimirselos, por si el considera oportuno contestar alguno, para darme la réplica en posteriores viajes, o él mismo a su regreso. A mi me queda una semana en la playa, pero creo que el se quedará hasta que llegue el frio (eso, en la playa, puede ser cuestión de un mes).

El tercero, era que transcribiera una nota suya sobre lo que llama "la garzonada". Lamentablemente, con las prisas, me he dejado su nota en el apartamento.

La idea de mi abuelo era que dejara un mensaje, para que quedara evidente que este blog no está muerto (ni el tampoco). Sus vacaciones, desde que murió mi abuela, son así siempre: se va a la playa cuando le apetece y vuelve cuando le da la gana. Tan solo necesita bajar a por medicinas o libros puntualmente, y eso si no encuentra un nieto a mano para que le ayude y viaje por él. Eso, y una escapada que nunca perdona al Valle de los Caidos en medio del mes de agosto. Este año, le he llevado yo. Cuatro horas de coche en un pequeño arosa, comida en El Escorial, visita (esto el no lo contará, así que lo hago yo: camisa azul, brazo en alto frente a la tumba de José Antonio y depósito de cinco rosas rojas sobre la lápida), oración, y cuatro horas de regreso. En total más de ocho horas de charla ininterrumpida que han conseguido uno de los días más completos de mi vida, que nunca podré olvidar. Cuando llegamos a su apartamento, subimos a tomar una cena fría. Cenamos en la terraza y al marcharme, le dije que no quería dejarle solo. El me dijo algo que me impactó. Miró al cielo, despejado y lleno de estrellas, y me dijo: "No estoy solo, ahí están mis camaradas. Nunca lo olvides".

Esa noche, no pude dormir, y no por el cansancio de la carretera.

5 comentarios:

Al Neri dijo...

Preciosa entrada. Dale un abrazo al patriota de tu abuelo. Espero volver a leerle pronto. Saludos.

Miquelino Flynn dijo...

Alicia, dile a tu abuelo que no se ponga en un plan tan melancólico. Que aunque no lo crea aquí abajo también tiene camaradas que no le van a dejar sólo. El seguimiento que hacemos de él a través de su blog con forma de morral es una forma también de acompañamiento. Y que como pasa con los donetes, bastaría con que se prodigara con mayor frecuencia enseñándonos lo que guarda en este macuto para que salieran todavía más y más camaradas dispuestos a seguir con él la lucha que le llevó a Rusia.

Miguel Ángel Maestre dijo...

Me alegra saber de ti.

Un saludo a nuestro estilo.

Miguel Ángel

Herrgoldmundo dijo...

Me siento honrado y orgulloso de compartir nacionalidad con españoles como usted.
No sólo los camaradas de usted, señor Ferrer, nos acompañan, sino todos los buenos y grandes españoles que en las Españas hubieron y fueron.
Todos, sin excepción, nos recuerdan cada día, desde cualquier cielo estrellado, que somos responsables de la salvaguarda y preservación de una magna herencia: La Razón de Ser de España.

Saludos y ¡Arriba España!

Alvaro Romero Ferreiro dijo...

A ver si terminamos las vacaciones camarada,que estamos deseosos de volverte a tener entre nosotros.Un abrazo