El punto de vista de un viejo divisionario

miércoles, 25 de junio de 2008

Matrimonios rotos

Soy católico, pero no un beato o un meapilas. Tengo amigos que se divorciaron e incluso, antes del divorcio, vivían ya esa situación de hecho. Nunca les juzgué ni, por supuesto dejé de considerarlos amigos.

Considero que cuando la ruptura de la convivencia es inevitable, no hay más remedio. De joven ni loco hubiera dicho lo mismo, pero la vida me mostró demasiados casos particulares como para no saber apreciar la bondad de la excepción.

Ahora bien, hoy, cuando hay más divorcios que matrimonios (cifras del ministerio), creo que hay situaciones que merecerían algo más que una reflexión.

He visto a amigos de mis nietos, un poco mayores que ellos, casarse como quien va a una kermesse. Más aun: casarse por la Iglesia cuando ni siquiera saben santiguarse, cuando no se han acercado a una desde el día de su primera comunión. Parejas que se formalizan oficialmente con más facilidad que con la que antes se establecian noviazgos. ¿Tan poco vale ahora el ser humano, su tiempo, su dinero... su alma?

Un divorcio cuesta mucho, en dinero, en tiempo y en dolor. Y si hay niños, el pago es imposible de cuantificar: sentimientos encontrados, odio...

La mejor manera de evtar el divorcio sería evitar algunas bodas. Pero claro, eso es imposible en esta sociedad de consumo, donde el banquete, la lista de boda y todo lo demás son acontecimientos sociales donde prima el "tu más".

¿A que viene esto?. Viene a colación de una charla con Alicia. Alicia vino una tarde a casa buscando paz para estudiar: en su casa los vecinos estaban de obras y el ruido era ensordecedor. Como broma le dije algo así como "menos estudiar, que quiero vivir para ir a tu boda".

Se puso muy seria y me dijo algo que me dejó pensando que estaba mejor formada intelectual y moralmente de lo que incluso yo con amor de abuelo había supuesto. Algo muy trillado, viejo a oidos de hoy, pero que, como todas las cosas sencillas, simples, encierran verdades eternas. Dijo "solo me casaré cuando esté segura de que es para toda la vida".

Le di un beso y un regalo: mi viejo ejemplar de la biografía apasionada de José Antonio, de Ximénez de Sandoval. Un libro que han leido todos mis nietos y que todos se disputan, a pesar de estar plagado de notas mias (siempre se pueden eliminar, son papeles. Nunca me ha gustado estropear los libros).

Espero que los demás no se enfaden.

3 comentarios:

Conrad López dijo...

Buenas tardes, señor Ferrer.

Acabo de encontrarme con este blog suyo por el que le felicito. Me gusta, si. Y me importa mucho la opinión de alguien con el bagaje vital que usted acarrea.

En este artículo hay una cosa que me llama la atención, cuando dice:
"Considero que cuando la ruptura de la convivencia es inevitable, no hay más remedio. De joven ni loco hubiera dicho lo mismo, pero la vida me mostró demasiados casos particulares como para no saber apreciar la bondad de la excepción."

¿Qué quiere decir con ésto? ¿En qué consiste la excepción y cuál es el límite?

Por cierto, supongo que habrá leido lo que J. Antonio comentó en su día sobre el divorcio ¿lo recuerda?

Un abrazo, querido (desde ya) señor Ferrer.

Sento Ferrer dijo...

Estimado "Seneka":

Como decía, de joven jamás hubiera pensado que podría haber dicho esto, pero hoy si. Al contrario que otros, que piensan que hay que "actualizar" a José Antonio, yo siempre he defendido que el ya era actual. Pero tambien creo que en un momento dado de su vida, caso de haberse prolongado en el tiempo, hubiera más que matizado algunas cosas.

¿Límite?. Recuerdo a un amigo de mi hermano mayor que le pegó dos tiros a su mujer por una tontería de marca mayor. En ese caso, nadie me quitará de la cabeza que esa pareja hubiera estado mejor divorciada que ella muerta y él, entre rejas.

Obviamente es un último mal, algo que no debería llegar, pero debe contemplarse... porque asi ha sucedido siempre. Antes de existir el divorcio, de facto se daba en algunas casas. Y quien perdía, solía ser la mujer. Una simple medida de justicia para evitar un abandono sin más, se impone.

Los límites, siempre, son difícilies de poner. Me ocurre lo mismo con la pena de muerte. ¿Cuando si y cuando no?. Terrorismo. Vale. ¿Narcotráfico?, ¿pederastas?. No soy capaz de dar respuesta.

De todas formas, todo esto no son ma´s que reflexiones sin valor. La vida enseña, pero tambien engaña, cada uno cuenta la feria como la ve, y los mimbres con los que tejí mis cestas me hacen pintarla de ese color, quizá no ya de un azulmahon pristino, sino desteñido y con desgarrones por el tiempo. Quizá por uno de esos desgarrones se va un poco de mi ortodoxia. Nunca he enarbolado el falangistómetro, ni mucho menos el catolicómetro, no se si soy ortodoxo o heterodoxo, bastante tengo con lidiar con mis propias contradicciones y rezar por ellas.

Recibe un abrazo.

Al Neri dijo...

La de Ferrer me parece una reflexión muy inteligente. Yo estoy radiclamente en contra del divorcio (que el Estado pueda anular el vínculo), pero no desde luego de interrumpir la convivencia si ésta resulta completamente inviable o están en juego intereses más valiosos que la propia convivencia matrimonial.

Creo que la gente se casa "porque toca", por inercia, y eso da lugar a muchísimos desajustes en el futuro.

Sólo quería hacer dos reflexiones:

- Es curioso cómo, según las estadísticas, el número de divorcios es sensiblemente mayor en parejas que han convivido antes de casarse. Esto se debe sin duda a que quienes se niegan a "arrejuntarse" están más concienciados de lo que hacen y tienen más fe en el vínculo.

- Otra cosa graciosa es cómo antes, cuando muchas veces la gente no se casaba exactamente con quien quería (presiones o imposiciones familiares, más clasismo, etc) salían mucho mejor los matrimonios que hoy en día, en que cada cual se casa con quien le da la gana. No defiendo que la gente se case sin amor o por afinidad social o intereses, pero desde luego sí creo que muchas personas se dejan llevar por cuestiones estrictamente sentimentales, sin tener en cuenta la coincidencia en valores, formas de entender la vida, Religión, etc, y así les sale la cosa, como a Cagancho en Las Ventas.