El punto de vista de un viejo divisionario

jueves, 29 de noviembre de 2007

Carta abierta a dos camaradas

Hace años la palabra camarada se usaba tanto que no tenia valor. Pasó el tiempo y empezó a ser maldita en periódicos, radios... hoy, es un timbre de honor el recibirla, y un lujo el poder emplearla.

La empleo hoy para contestar a dos visitantes, cuyas aportaciones si he dejado pasar por la puerta. Uno me llamó la atención desde el propio nombre que emplea, 27 puntos, invocando algo que fue durante años una pequeña tortura en los conciliábulos azules: la pérdida del vigesimoséptimo, que aceptamos para ganar la guerra pero que nos hizo, como contaba un agudo periodista, perder un poco la paz. Otro, con la simple alusión a los luceros, ya me muestra más que con cualquier discurso.

Hace mucho que, excepto en mi círculo más intimo, y aun dentro de este con una reducción alarmante, no empleaba el término.

Pues bien, camaradas: mi duda sobre abandonar o no, no era por la posible inutilidad de estas lineas ni, por supuesto, por cobardía. Era por no tener claro si esto era un flaco favor a tantos y tantos que en esos luceros esperan.

Dándole vueltas, mientras recibía mi dosis de ricino televisivo, el teléfono sonó. Dejé que sonara y no respondí. Y no se como, pero asocié el sonido al metal golpeando el suelo en Possad ese maldito diciembre. Y recuerdo los ojos cristalinos de Enrique mirándome, mirándonos. Y oigo aun su voz.

Brillen al sol mis flechas en el haz, para ti,
que mi vuelta alborozada has de esperar.

Recuerdo la pierna astillada de Álvaro. Su sangre empapándonos y ni una queja. Su silencio eran clarines.

No. Tenéis razón. El error es no querer escuchar esa voz.

No se si esto lo leerán dos, doscientos o dos mil. Pero se que Enrique y Álvaro lo hará desde sus luceros.

No lo dejaré.

Va por vosotros cuatro. Y por mis nietos.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Seguir o no

Cuando me hice el propósito de hacer público estos pensamientos, me dije que iba a ser impermeable a elogios (pocos) y críticas (a buen seguro que muchas, y de dudoso gusto).

Me creí invulnerable, dada mi edad. Sin nada que perder y sin que me importe un ápice la opinión extraña, menos si viene de determinados ambientes podridos.

Pero me engañaba.

Bastó un comentario, que por elegancia y por no romper el estilo no hice público. Uno solo. Uno que me decía que ojalá me hubiera muerto en el frente ruso con mis camaradas.

Claro que el no lo decía así. Pero no voy a orear las miseras ajenas.

He estado muchos días sin escribir, pensando.

Y he descubierto que en el fondo tiene razón. Que debería haber muerto en Rusia. Debería haber caído en la lucha por el ideal que nos enunció José Antonio. Entonces estaría en el paraíso difícil. El paraíso que el Jefe nos prometió. El paraíso donde tantos, como mi querido camarada Ernesto Giménez Caballero, quizá me esperen, llamados por el Jefe.

Un Jefe milagroso (¿Profeta, Apóstol, Soñador?) que, como Cristo sólo pedía sacrificio y prometía dificultades. Un jefe, dueño de un Paraíso difícil, al que no se sube por escaleras de alfombras suntuosas o rápidos ascensores. Un paraíso de peldaños de esfuerzo, fatiga, dolor e incomprensión. Un Paraíso duro y hermético, en el que sólo cabrán los justos. Un Paraíso incomprensible para quienes tienen del Paraíso de los Arcángeles una visión burguesa. Un Paraíso sin arpas ni alas de plumas. Un Paraíso con tambores y flechas.

Seguiremos.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Lotería de Navidad

Hoy, una entrada corta.

Me cuenta un amigo de un hijo mio, sobrino de un viejo camarada que estuvo conmigo en Rusia, mi querido Miguel (¡Presente!), que la Hermandad de la División Azul de Alicante ha preparado lotería de Navidad. Al tiempo de hacerme con una participación por esa vía, le he pedido que me de los datos para compartirlos con los pocos o ningún lector que tenga esto:

Los pedidos (acompañados de donaciones, SIEMPRE necesarias) serán de 5 o 25 euros, o múltiplos, y gastos de envío: 2´5 para poco peso, 3,20 para más participaciones.

Así, quien compre una participación de 5 euros, podría pagar con 10: 5 de la lotería, dos y medio de gastos de envío y otro tanto de donación.

Pedidos a:
Hermandad de la División Azul de Alicante
Apartado de Correos 1202
03005 Alicante

martes, 13 de noviembre de 2007

Cállate tu

Cuando Franco se sacó de la manga el referéndum de la Ley Orgánica del Estado, un grupo de camaradas nos enfadamos tanto que estuvimos a punto de montar una zapatiesta. Y cuando en 1969 hizo sucesor a título de Rey al pequeño Borbón, algunos se hicieron oír... en círculos internos, porque desde luego no teníamos ningún altavoz. Es de recordar como Rafael García Serrano fue cesado fulminantemente por su postura falangista y, por tanto, republicana.

Ahora, aquel niño que accidentalmente en 1956 mató a su hermano menor, este cazador de osos borrachos pagado por los impuestos de todos, la máxima representación de la desigualdad (o de como solo por nacer en una determinada familia puede convertirse en rico y poderoso alguien), se enfrenta a voz en grito a un mandatario internacional que, por otra parte, tampoco parece ser trigo limpio.

¿Y esto que es?. Esto, junto con la visita a Ceuta y Melilla tan solo es un lavado de cara a la monarquía. Después de una sesión de humillación, quema de fotos, etc., con esto, casualmente o no, la monarquía vuelve a ser un valor estimado por los españoles. El Rey, aupado por la clase política y mediática, sin permitir que la gente de la calle piense por si sola. Incluso prohibiéndolo.

Que políticos y que medios de comunicación más penosos.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Algarada en el metro de Madrid

En Legazpi, estación cuya inauguración recuerdo perfectamente, en 1951, así como recuerdo las cervezas que unos camaradas tomamos después, se desató el infierno.

Siguiendo la prensa, de la que poco me creo, parece ser que un grupo de "fascistas" y uno de "antifascistas" se apalearon mutuamente, se majaron a palos.

Yo no veo diferencia entre unos y otros. Siguiendo la nomenclatura oficial, hoy en boga, todos serían "fascistas". Claro que si Mussolini resucitase y saliese de esa caja de jabón en la que el cobarde gobierno italiano lo enterró, les daba de beber ricino a todos. Y no digo que les raparía el pelo, porque seguro que ya lo llevan así desde su casa.

En otras palabras: ¿quien dirige a los "hunos" y los "otros"? ¿porqué un grupo de chavales con escasa o nula formación política prefieren clavarse las navajas antes que chicolear a las mozas? ¿quien ha engañado a unos con sus ideas racistas, y a otros con sus ideas comunistas?

Esto, solo engorda a los partidos del poder. Ahora, si en el 20-N suena una voz más alta que otra, este gobierno de miserables que traicionan la memoria de sus padres (Bono, Mª Teresa -con lo guapa que era de niña, quien lo iba a decir-, Narbona...) lo tendrá fácil para legalizar a esos cinco mil partidos que se llaman Falange y se reclaman herederos puros y sin tacha del fundador, tirando piedras unos contra otros y negandose entre sí.

Señores que no tienen miedo a vestir hoy camisa azul: eso ya es un punto a vuestro favor. Pero si no demostráis más sentido común y no os organizáis, lo lleváis claro. El gobierno busca vuestra ilegalización, y el conflicto de estos majaderos, y la muerte de ese pobre chaval que solo fue culpable de dejar que alguien lo engañara, son el primer paso.

Hace años teníamos un dicho: tras la guerra hubo tantos que dijeron haber tomado café con José Antonio que afirmábamos que este no había muerto por las balas, sino por un exceso de cafeína. Hoy, cada falangista parece querer tender a tener su falange propia, personal e intransferible.

Veo muchos señorones cargados de medallas (a saber en que guerra las consiguieron), a chavales con escasa formación y dudosa educación erigiéndose como los jefes... los jefes de la nada.

Menos cabeza de ratón y más cola de león, como hace ya muchos años les dije a unos chavales que tenían montado un tenderete en una calle.

Ya no está en riesgo la Falange. Esta, casi esta muerta. Ahora, lo que está en riesgo, es España. Más humildad. Más sentido común. Eso dará más futuro.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Escapar del infierno soviético

Cuando al final me decidí a crear este espacio de comunicación, hombre metódico como siempre he sido, dediqué un par de meses a ver otros "blogs". Tanto por forma como por lo que cuentan.

Vi autentica basura, tanta que a punto estuve de dar un paso atrás, pero también vi alguna página bastante potable.

Una de ellas, con, y creo no equivocarme, destellos azules, fue Palabra y Obra. Alguno de los libros que más me hicieron vibrar ahí los vi referenciados. Incluso en un par de ocasiones me dejé llevar por sus consejos y no, no me defraudaron.

Tanto es así, que es de los pocos "blogs" que sigo. Pues bien, hoy acabo de ver una entrada que me ha emocionado. En ella habla del libro "Tan lejos como los pies me lleven".

Este libro lo leí en Paraguay, en una edición que mi querido Caralt Borrell nos hizo llegar a todos sus amigos divisionarios. Creo que estábamos en 1959 o 1960. Y me impactó. Más con el conocimiento de que lo que leía no era una novela, sino una historia verdadera donde el protagonista difumina su nombre y los de otros.

Recuerdo que metí con cariño el libro en la maleta al volver a España. Y que en cada mudanza, me ha acompañado. Ahora que veo que hay una edición reciente, voy a comprar un ejemplar para cada uno de mis nietos.

Me dicen que incluso hay una película sobre el libro. Y no me extraña, es una aventura totalmente cinematográfica.

Sobre todo para los que hemos vivido el invierno y el infierno soviético, que podemos ver y oler el escenario, pasen los años que pasen.

La actualidad del libro es obvia: para todos aquellos que crean en el comunismo, este libro les hará caer los palos del sombrajo.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Color cobre

A finales de los 50 y principios de los 60 el trabajo me llevó a Paraguay. Nos llevó, no era asunto de meses sino de años, así que mi mujer e hijos vinieron conmigo. Allí, uno de mis hijos llegó adolescente y salió convertido en hombre. Muchas cosas cambiaron en aquellos pocos años.

Aunque en Paraguay la mezcla étnica es distinta que en otros países de hispanoamérica, el servicio doméstico, al menos en la ciudad y más concretamente en la colonia donde vivimos, parecía venida directamente de tiempos precolombinos.

Nuestra cocinera, a la que nosotros llamábamos Sandra porque su nombre en zamuco se aproximaba bastante, era una chica excelente. Leal como nadie pero promiscua como ella sola. Tenia una niña de la que imagino tenía tanta idea de quien podría haber sido su padre como el resto de nosotros. La niña y ella siempre estaban juntas, no se despegaban, hasta que la convencimos para que recibiera las mismas clases que mi hijo pequeño, ya que mis hijos seguían planes de estudio españoles en casa, con un profesor particular, previniendo el regreso a la patria, por evitar lo que ahora se llama fracaso escolar.

He dicho que Sandra era leal. Lo fue tanto que murió enfrentándose a un ladrón que entró en la casa cuando nosotros pasábamos unos días de descanso en Concepción. Nos avisaron de la embajada y regresamos a escape. La niña nos esperaba llorando en las dependencias de la embajada. Decidimos que la hija de Sandra, Sandra también, seguiría viviendo con nosotros. Y cuando regresamos a Madrid, mi mujer y yo, con el decidido apoyo de mi hijo mayor, decidimos que vendría con nosotros a España. El propio Stroessner lo autorizó, y facilitó todo a golpe de teléfono.

Hoy, esa pequeña es una mujer ya madura, casada con aquel hijo mio que se hizo hombre allí, y cuñada del pequeño que compartía clases con ella, y del resto de la prole. Piel de cobre y corazón de oro. Quizá por aquello de que el roce hace el cariño, por vivir juntos tanto tiempo sin compartir la misma sangre, o porque los dos son almas limpias y estaban destinadas a unirse, ambos están entrando en la vejez juntos, de la mano, sin el más ligero sobresalto durante todo su matrimonio. Nosotros tuvimos dos hijos en uno, y ellos eso se ahorraron en suegros.

Recuerdo aquella noche en Madrid, con toda la familia de pie frente al televisor para ver los primeros pasos del hombre en la luna. Y la recuerdo porque esa noche, Eduardo, el niño que dejó de serlo en Paraguay, me contó lo que sentía por Sandra hacía ya un tiempo, y que su madre y yo ya conocíamos. Sandra ya no era una niña pequeña. Ni siquiera era una niña, era una belleza. Y una excelente persona.

Uno de mis nietos, hijo de Sandra, ya a punto de formar hogar por su cuenta me contaba como frecuentemente lo toman por un inmigrante, y se sorprenden de verlo no levantando paredes, sino con los papeles de arquitecto bajo el brazo. Y tiene miedo de que, tal y como va la sociedad, sus futuros hijos, mis bisnietos, sufran la ira de una sociedad que el ignoró en su infancia.

Por eso, cuando veo a algún idiota que mancilla nuestra simbología, la que paseamos con tanto honor recorriendo media Europa a pie, asociándola a esos comportamientos propios de cretinos, siento una profunda vergüenza ajena.

Quien piense que los falangistas somos racistas es, bien por desconocimiento absoluto, por no haber leído con calma a José Antonio... o bien por maldad. A los ignorantes los puedo perdonar. A los segundos, no.

María Teresa

María Teresa Fernández de la Vega, la mujer que descubrió la pólvora, la cara dulce del gobierno, esa entrañable luchadora antifranquista...

Pero ¿que quieres, María Teresa?. Yo no me lo creo. Y no me lo creo porque conocí a tu padre, Wenceslao.

Wenceslao Fernández de la Vega, un hombre de Girón (el camarada Girón, con sus luces, muchas, y sombras, pocas). Un hombre de la total confianza de Girón.

Y eso quería decir muchas cosas.

¿Que pretendes, asesinar a lo Freud al padre? ¿por eso te comportas así?

¿Y que culpa tenemos los demás?

Yo no me he creído los rumores que dicen que apoyaste el matrimonio homosexual para casarte en secreto con María Escario. Eso, además de ser de mal gusto, huele a mentira a distancia. Pero si me creo lo que veo. Y lo que veo es un comportamiento que no es normal, que debe tener algún origen en un trauma psicológico.

O sicológico. Que aunque la RAE diga que es lo mismo, sabemos que significa la raíz psico-... pero olvidamos que en griego sico significa higo.

Lo cual no está muy alejado de la realidad.

¡Camarada Wenceslao Fernández de la Vega!

¡Presente!

viernes, 9 de noviembre de 2007

José Blanco, ese gran hombre

En todos los pueblos, desde el cálido Levante a la rocosa Asturias, pasando por la parda geografía castellana, han existido tontos: los tontos del pueblo.

Galicia, no podía ser una excepción. Entrega a la política nacional a un membrillo enlatado, a un revienta fiestas. A José Blanco.

Este merluzo dijo en un par de ocasiones, con su desconocimiento supino de la geografía y de la historia algo sobre "el viaje de los reyes a Marruecos", dando la razón al moro, primo de los primos que están en la jefatura del estado (con formas gloriosamente fenecidas y resucitadas artificialmente por Franco) preparando quizá su salida a Estoril para ganarse la vida como croupiers. No merece ni comentario adicional.

Es una muestra de nuestra clase política, que ya no practica la esgrima dialéctica, sino el ladrillazo en la cocorota. Y es normal, porque si los agitas, caen bellotas.

En todos los pueblos hay un tonto, el tonto del pueblo. Lo que no es normal es que lo hagan alguacil.